Desperté temprano. Mi reloj interno no teniendo en cuenta que logré dormirme casi a las 5 de la mañana, me levanta abruptamente. 7:30 am….no puedo creerlo. Llueve afuera, me quedé quietita en la cama escuchando las fuertes gotas golpeando el cristal. Así suele golpearme el insomnio, cada día duermo menos. ¿Será la vejez prematura que empieza apoderarse de mi sutilmente? pensé, sin poder evitar la mueca automática de fastidio dibujándose en mi cara . En unos meses más, dormiré menos aún; o no no dormiré del todo. Correrán los días, las semanas, los años, se juntarán el día y la noche, todo se convertirá en la continuación de una cosa y otra; en una especie de confusión existencial.
No para
de llover y ese torrencial de agua bravía, me arrastra por
dentro a mi también. Cierro mis ojos y
veo la sombra de su rostro dibujándose despacio frente a mi, extiendo mis
brazos, casi puedo tocarlo. Sonríe y
luego se esfuma dejándome su nombre apretando mi garganta para que yo lo pronuncie y al hacerlo, no me escucha.
Él nunca escucha. A
caso no sabe que yo digo cosas sin decirlas, que sin pronunciar palabras
también se dicen cosas, se sienten cosas, duelen cosas. La casa esta en silencio, escucho mi
respiración y el bombeo apresurado de la sangre corriendo por mis venas.
Vuelven las gotas a tocar el cristal, esta escampando y como contraste ahora
llueve adentro.
Me
abrazo a la almohada. Suelo imaginarme
en unos años distinta. Mirándome al espejo
ya no seré la misma, ni por dentro, ni por fuera; seré solo una versión de mi. Algo
atropellada por los años, más o menos triste, más o menos
sola, pero sin la preocupación de lo que pueda suceder mañana, porque creo que
en esa etapa de la vida, es el hoy lo que cuenta.
No
tendré un gato por que los detesto, ni mucho menos un perro que me acompañe a
caminar o que se siente conmigo a
contemplar el atardecer mientras grabo en mi memoria nuevos recuerdos. No estará él, pero si cuando cierre mis ojos y vuelva el perfil de su rostro a
dibujarse como una sombra; como cada día. Y querré pronunciar su nombre, pero
esta vez lo haré en voz baja y tampoco escuchará, porque él nunca escucha. Y querré tomarle
la mano para morderle suavemente los dedos y tampoco podré. Y tampoco entenderá que al hacerlo, esas
acciones silentes aunque fuesen pequeñeces eran todo lo que yo tenia todo lo
que me hacia feliz en esta vida.
Se entumecieron mis piernas, al extenderlas, siento un hormigueo. Fluye de nuevo mi sangre, aun abrazada a la almohada, bostezo y me duermo.
Se entumecieron mis piernas, al extenderlas, siento un hormigueo. Fluye de nuevo mi sangre, aun abrazada a la almohada, bostezo y me duermo.