29 de enero de 2009

Libre...Libre - Enero 29, 2009

Soy estruendosa, apasionada y tierna…
Pero aun así quiero mantener mi espíritu libre y lleno de buenos sentimientos hasta el final....
¿Me quedaré? ¿Emprenderé vuelo con mis alas rotas, hacia donde ellas me permitan llegar? o quizás me mostrare al mundo con la inocencia que aun guardo en mi.


Se escapó el pajarito….aunque deseaba volar, sus alas estaban rotas y no podía emprender su vuelo. Al acercarme note que habían sido mutiladas. ¿Quién pudo haber hecho algo así?, pensé. Lo tome entre mis manos, lo coloque en una toalla sobre mis regazos y acaricie su diminuto cuerpo; temblaba de frió y sus ojos apenas podían mirarme. Estaba en silencio y supongo se sentía solo, llevaría varios días en el rincón de mi ventana y ni siquiera me había dado cuenta que estaba allí; hasta hoy.

Curiosamente, esta mañana me dio por abrir las puertas y ventanas, para dejar entrar la luz natural a mi casa. De repente veo a este pequeño ser, acurrucadito contra el cristal de mi ventana indefenso y mal herido. Envuelto en la toalla, lo coloque en la mesa de la cocina. Fui a buscar agua, alcohol y vendas para curar sus heridas. A pesar de no tener experiencia curando animalitos, lo hice como si se hubiera tratado de un ser humano: con ternura y mucho cuidado para no lastimar sus ya profundas heridas.

Le di de comer con mi pinza de ceja, abrí su pico y lo alimenté día tras día, durante varias semanas esperando a que sanara. Al principio, no quería tomar, ni comer nada; pero a medida que fue sanando, su animo cambio y su apetito también. Este fin de semana, por primera vez, intuí que se sentía mejor; ya que lo escuche cantar por breves instantes durante el día. Me gusta su compañía, pero también sé que como toda ave al fin, en algún momento reclamará su libertad. Tanto así lo entiendo, que no tengo una jaula, a pesar de que no puede volar, tampoco quiero que se sienta prisionero de estas cuatro paredes en donde vivo. El como yo, merece ser libre….siempre libre.

El día en que reclamaría su libertad al fin llegó y no tuve el valor para convencerlo de que se quedara, en el fondo quería que permaneciera conmigo; me alegraba la vida. Sus alitas fueron creciendo, sus heridas sanando y encontré en su canto matutino el ritmo imparable de la vida. Podía pasar horas enteras mirándolo, mientras volvía a la vida paso a paso, sol a sol. La vida viene y va; pensé…..hoy es el día en que desde esta ventana volverás a la serenidad que te dará la libertad.

Desde la misma ventana donde una vez lo encontré mal herido; extendí mis brazos con él en el hueco de mis manos; y lo vi partir. Confieso que a diario espero por ese alguien, que como yo lo hice esa vez con ese pequeño ser, cure mis heridas con ternura y mucho cariño, para poder desde esa misma ventana, abrir mis alas, lanzarme al mundo y poder volar.