29 de mayo de 2009

La Ermitaña

Estuve varios días confinada en las fronteras de mi hogar y creo haber descubierto la ermitaña en mí. Los diccionarios tienen varias definiciones para esta palabra; les cito dos. Ermitaña: ¹ Persona que vive en soledad, como el monje y que profesa vida solitaria. ² Persona que vive aislada sin mantener contacto con la gente. En realidad ninguna de las dos definiciones me describe, pero aun así hay algo más allá del simple significado que le da el diccionario; con la que me siento totalmente identificada.

La suma de esos días, me permitieron una breve interrupción. Aunque en medio de una soledad limitada; me sirvieron para devorarme tres maravillosos libros. Tome distancia del mundo exterior con el que a veces me cuesta lidiar, me atormenta su bullicio y su constante movimiento. Me imagino se darán cuenta de que soy un poco ó mas bien bastante extraña, pero esta bien; mi interés no es parecerme a nadie, quiero ser simplemente yo; aunque sea por primera vez en mi bendita vida.

En fin, volviendo al tema de mi breve desenchufe del mundo. Sentí que las voces impertinentes de mi cabeza se acallaron, no sentí el rechazo de nadie, ni la angustiada, ni siquiera la tristeza que eso conlleva; tampoco había expectativa de cosas que al final nunca llegan. Posiblemente logré entender que nada de esas cosas son realmente importantes.

Es normal sentirse así, pensé, voy marcando mi propia pauta, en lo que quiero aceptar ó no del mundo que me rodea, por más que juzguen; total, nadie sabe que tan profundas son las aguas mansas. Sigo aquí de pie, aferrada a mí tranquilad interior, mi soledad por elección, en el deseo de siempre estar conectada a cosas más simples, más espirituales, menos superficiales; por decirlo de alguna manera.

Y es que yo no suelo conformarme con ser simplemente parte de algo, yo quiero vivir, respirar, sentir, tocar, experimentar y sobretodo quiero trascender. Quiero dejar huellas, que sientas al simple roce pero que no puedas distinguir a simple vista, esas son las huellas que se anidan en el alma y por eso trascienden.

No creo me convertiré en una ermitaña pero si creo me refugiare en esa definición; la cual me permite poner distancia y crear otro espacio para sentirme a salvo y donde pueda sentir que pertenezco. Les invito a encontrar el ermitaño ó ermitaña en ustedes, no existe mejor formula que el desenchufe de la Matriz a la que vivimos conectados permanentemente; la cual asfixia terriblemente y a la que estamos condenados a vivir mientras estemos en este plano terrenal.